Pacto ficcional

Caro lector, antes de leer, firmemos un pacto:

Juro no escribir la verdad, ni toda la verdad y algo más que la verdad.

¿Jura creerse la mentira, toda la mentira y nada más que la mentira?





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domingo, 1 de diciembre de 2013

Contra Ana Fontalba (Parte 2)





Pensé que sería inmortal. A veces me despierto a media noche con el labio seco, y lo siento como una grieta, y se me viene a la cabeza el corte y la navaja ensangrentada a media tarde. Entonces empieza a atosigarme una suerte de arcadas porque es inevitable la sensación de sabor a sangre.
Me incorporo sobre el colchón y dejo caer el pie izquierdo y luego el derecho sobre el suelo frío, entonces todo empieza a volverse calma de nuevo. Subo la persiana: todavía ni siquiera está amaneciendo. Solo el tabaco y el rumor metálico en el oído derecho consiguen acabar con el sabor a hierro en la garganta, como un ritual. Y pienso que todo eran llantos cuando estábamos a solas, que me odiaba y había venido para ir quemándome la sangre, matándome noche a noche. Que tuve que echarla a patadas, y que ni por esas se iba, que me obligó a hacer lo que hice.
No la echo de menos. Prefiero unas cuantas arcadas un par de noches a la semana. Prefiero no equivocarme de persona por las mañanas.

Pensé que sería inmortal, como algunos animales, que siguen vivos







domingo, 13 de octubre de 2013




Hoy ya no hay paz
ni río en mí
que amanse su caudal
y no haga ruido.
Y me da igual
dónde calienta más el sol:
hay sangres que hierven solas.
A veces no hay más,
no hay más poesía

que el nudo del ombligo.

miércoles, 25 de septiembre de 2013



La última farola se apagaba ante las primeras claras del día; pero, al parecer, seis ojos ebrios no distinguían aún suficientemente bien: ninguno de ellos vio el bulto sobre la acera y una de sus suelas se dejó caer encima de aquello. Un alarido de dolor estremeció a los tres transeúntes que, tras comprobar lo que pasaba, se echaron a reír y siguieron su camino. Tras dos o tres pasos, el mismo pie que lo había pisado se volvió para encajarle una buena patada en el costado seguida de un grito de desprecio: <<¡Maldito canino!>>, y el bulto de la acera volvió a contestar con un alarido, pero esta vez más fuerte, de humillación. Finalmente, los tres individuos se largaron mientras se arrastraba, sin fuerza, hasta la farola, donde se recostó hasta recuperarse un poco del golpe. Luego se incorporó, abrió bien los ojos y se dirigió, acera arriba, hacia la calle, hacia la casa, aquella casa que rondaba todas las mañanas. Allí esperó, medio camuflado, hasta que  por fin escuchó la puerta abrirse y vio a los dos niños. Ese era, a la vez, el peor y el mejor momento de cada uno de sus días desde hacía un par de años. Todas las mañanas, el bulto de la acera y sus dos hijos lloraban a tan solo unos metros de distancia. Todas las mañanas la misma voz taladraba los tres corazones: <<¡Maldito vagabundo! ¡Borracho pestilente! Aléjese ya de mi casa. Estos ya no son sus hijos.>>


sábado, 20 de julio de 2013

Vueltas al tarro, mejor en el tintero.



Cierras la puerta y te sientas en la mesa. Y ves el tarro medio vacío.  Miras al frente, luego a un lado, luego arriba. Y parece que la sustancia se oscurece levemente. Te tumbas con las rodillas flexionadas, los pies fríos en el suelo. Cierras fuerte los ojos y hablas: como esas veces en las que una hebra parte de tu muñeca hasta la boca del tarro y lo alimenta de tinta, e incluso sobra, a veces, para llenar un par de hojas. Entonces, entre escalofríos, sumergías allí los cinco dedos, en unas cuantas centenas de abecedarios, y los sentías plenos porque escogían las mejores texturas. Las mejores para que pudieras plasmarte en el blanco. Pero hoy no. Ni siquiera un par de garabatos. Vuelves la vista al tarro y no hay color ni tinta que valga. Cierras la puerta y te sientas en la mesa. Y lo único que consigues es, si acaso, golpearte con el borde en el codo. "Cómeme el garabato, tarro de mierda."





miércoles, 17 de julio de 2013

Tinta fétida.



Aún no calzaría un 34 cuando cientos de pequeños marfiles desconocidos se mostraban a su paso sin acercarse demasiado.  Y una mano, desde el suelo, tiraba del hilo que pendía de su frente, y ya no le soltaba, y sus pies ya no sabían. Ya no sabía. Si era él. Si era algo. Si no era nada. Si era peor que nada. La carne de sus labios ya no resistía más contener los tantos nudos de su garganta, ni sus párpados tanto líquido. Y el suelo, al que miraba, ya tampoco lo veía. Y cada palabra que escuchaba iba directa a esconderse en sus adentros. Y aceleraba, entre grises y marrones, hasta que llegaba a una puerta que cerrar. Entonces enseñaba sus marfiles, de rabia, frente al espejo, mientras rebuscaba algunas palabras que salían asustadas, y conseguía ahogarlas hasta que se iban por el agujero del lavabo. Pero hay otras que no se las encuentra por muy bien que las conozca, y sigue usando el mismo tipo de tinta que apesta a miedo si le respiras cerca.



martes, 16 de julio de 2013

Pájaro mance (II)




                                                                                                                                                                                                                                                                                                              Se acerca por la orillita                                                                             
voz morena aceitunada,
va entornando los ojillos
entre tupidas pestañas.
A la sombra, entre los juncos,
con las rodillas hincadas,
mientras lava sus vestidos,
al pajarito le habla:
-Pajarito, si yo fuera
de plumillas, pico y alas,
bailaría contigo al son
de los grillos y las chicharras.
El ave oye y se acerca
y se posa entre las cañas.
La niña pinta sus plumas,
entre susurros le canta,
y se duerme el pajarito

entre las manos y las enaguas.


lunes, 15 de julio de 2013

Pájaro mance



“Pasadas las zarzamoras,
los juncos y los espinos,
bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el limo.”
F.G.L.

Al río va el pajarillo
creyendo que tiene sed
y quiere mojarse el pico.
Al sol las plumas le bailan
si canta el avetorillo
y alguna que otra chicharra.
Pasa cerca y burla al río
con el roce de sus alas,
y el viento lleva el quejío
de las gargantas del agua.
Al río va el pajarillo,
a que lo vea una gitana
que va a lavar sus vestidos.
Triste del ave que cree
que baila cerca del río

sólo porque tiene sed.



viernes, 12 de julio de 2013

Sal de manos. Mal de sanos.




Esta madrugada he rasgado de nuevo el silencio
entre mis sábanas
Esta mañana mi carne aún tenía las marcas
alrededor de mis muñecas
Porque eres siempre la misma bestia que
calla y se abalanza sobre mí
con sal en las manos
Para deshacer la escarcha que yo
voy fundando en mi sangre
durante tu sueño

Yo ya me sé
cuándo se les cae el disfraz a mis pesadillas



miércoles, 10 de julio de 2013

En otros escritorios.



Yo voy a mirar. A ver si se ven más árboles desde otras ventanas. A ver desde cuál se ve la luna más noches. Quiero bañarme a los ojos de un sol distinto cada día y sentir que me enmaraña el pelo y me brilla en la cara. Y ya me contarás si me dejé ganar o no por la fuerza de sus rayos. Quizá en otros escritorios no sea igual. A ver si con otro boli cambio de letra. Si las farolas están solamente para dar luz, que se lo digan a los perros, o a los borrachos…  De repente, un olor a alcantarilla o a cieno. Tres patas para un banco bajo uno de los postes que iluminaban la acera. Me senté con ellos y estuvimos dibujando algunas cosas que no recuerdo. A ver cuánto humo más puede enredarse entre mis pestañas, pensé. 


sábado, 8 de junio de 2013

Se vomitaba la tragedia



Ya sabías que la luz en los ojos fulminaría una a una tus pestañas ya crecidas. Batiste tus rodillas, por encima de las ganas, y destrozaste los muros que construyeron tus años. De bruces, otra vez. ¿Y qué? No estaba en mi mano el cronómetro para pararlo. Podrías haber buscado en las hastiadas tardes de saliva y narices frías en los asientos traseros, en el humo, en la espuma, en tantas cosas. Pero qué difícil pensar cuando una cuchara me roza la campanilla. Tu cuello ya estaba sujeto, ya sabías hacia dónde tenías que mirar. Estaba vomitando la tragedia, porque me la tragué tan deprisa, sin masticarla. Le tocaba tragar, por mucho que  esta vez, como tantas otras, quisiera apretar los dientes. Trazó una equis bajo sus pies, giró la cara y echó a correr.


martes, 4 de junio de 2013

Contra Ana Fontalba



 
Oh innoble servidumbre de amar seres humanos,
y la más innoble
que es amarse a sí mismo

GIL DE BIEDMA


Se lo advertí. Le dije que no quería volver a verle el pelo, que se buscara la vida, que ya estaba bien de soberbias niñaterías. Y se lo juré. Se lo juré como quien jura morir. Así que, como a lo lejos me pareció ver una mancha de colores vivos, dejé de mirar, me hice la loca; pero parecía que un borrón de tinta roja se había cernido ya sobre aquel día y una risa escandalosa me taladró hasta lo más profundo del seso. No pude resistirlo, tuve que volver a mirar: bajo unas gafas de sol fluorescentes, ahí estaba, de oreja a oreja, escupiendo gilipolleces. 

Me giré hacia ella, fijé la vista y esperé a que se acercara: no vi sus ojos, pero pude intuir, por el cambio de tono de su cara, que me acababa de descubrir. Miró al suelo. Seguro que ya le estaban sudando las manos, porque apretó los labios y se las metió en los bolsillos.
Pasa de largo, pero mi pie se entremezcla con los suyos y se cae de boca. La gente se ríe y ella se ríe con ellos. Se levanta. Me enseñó por última vez sus encías; sus encías y ese trozo de carne tan peculiar que conectaba con su labio superior. No le di tiempo para más: le quité las gafas de una hostia que casi la vuelve a echar al suelo. Me miró fijamente cuando se le pasó el aturdimiento; ni siquiera fue capaz de decirme nada, nada, simplemente se limitó a llorar como la niña pequeña que ve que nadie acude a ayudarla. Y, casualidades de la vida, nadie acudió. Así que, mientras ella lloraba, más por tristeza que por miedo, me dediqué a recordarle cada una de sus imperfecciones, cada uno de sus errores, cada una de sus decepciones, cada una de las obsesiones que sé que la atormentaban día tras día. 

Casi me ablandé, lo reconozco, cuando intentó abrazarme, porque solo yo sé lo sola que estaba y lo sola que se pudo sentir (aún más) en ese momento. Así que no prolongué más mi promesa. Sí, la abracé con un poco de asco y pena; la abracé para sujetar su cuello y clavar lentamente la navaja. Sí, sentí su última respiración en mi pelo y aún casi puedo sentir lo caliente de su sangre resbalando por mi pecho abajo. La dejé caer. Le arranqué la chapa que aún colgaba de su oreja: bonito recuerdo. Me senté a su lado y me lié un cigarro.

 Si los malos nunca mueren 
es porque los buenos nunca se atreven a matar.



Pincha aquí para leer Contra Ana Fontalba (Parte 2)


domingo, 2 de junio de 2013

Cuatro tabiques



  
“-Soledad de mis pesares,
caballo que se desboca
al fin encuentra la mar
y se lo tragan las olas.”
F.G.L.


Tropieza con sus cabellos, se los pisa. Llora apretando los dientes, intentando no hacer ruido, no respirar. Abre la ventana, no consigue gritar. Se sienta. Se levanta. Un pie tras otro, una hora tras otra. Y vuelve a tropezar, y el cuadrado se empequeñece. Y los rayos de antes no son más que flashes oscuros que se cuelan sin permiso, y se meten hasta el fondo. Y la pierden, y le arrebatan la capacidad, el código, el habla. Aquí dentro los minutos arrastran los pies, no llegan, ellos también se caen, se caen por el camino. ¿Y fuera? Espalda y tabique. Alza la vista, aprieta el puño y se clava las uñas en las palmas de las manos, traga saliva. Fuera. La garganta se le tensa, llora zumo de limón. Hace tanto tiempo que el viento no la acaricia…


lunes, 27 de mayo de 2013

12.



Darío se subió en la pequeña silla del salón, alzó las manos y frunciendo el ceño abrió el cristal de la esfera dorada que presidía la sala. Agarró con dos dedos la más pequeña de las saetas y la giró y giró en su contra. Imposible, aún se acordaba. Quería derrotar las olas, volar como un halcón contra la arena y contra el viento. Vuelca la silla. Aturdido escucha de nuevo. Esta vez con la espalda en el suelo, sintió el agua escapándosele de las manos, y el viento, como de costumbre, se burló de sus huellas. Se echó a llorar, con los ojos llenos de arena. ¿Imposible? Miró incrédulo en el espejo. Bajo cuatro caracolillos, las pequeñas pupilas se dejaron caer sobre sí mismas. Imposible, tú ganas.



lunes, 20 de mayo de 2013

Los puntos sobre mojado.


¿Dónde vas, puto soberbio? ¿Crees que puedes cruzar la línea y descruzarla a tu antojo? Si hubieras aprendido lo que siempre he tratado de que entiendas, si dejaras a un lado tus pulsaciones, si no quisieras ir siempre por delante, si no fueras tan… No me tocaría a mi ahogarme por los dos, arrepentirme por tu culpa, tocar fondo con tus manos y con las mías. Pero, te lo advierto, esta última vez yo no estaré, piénsalo bien. Cuando vuelvas la cara ya no podrás ver las huellas tras mis pasos, ni siquiera oírlos. Estarás solo: tú y las llaves de tu imperio de mentira.

Y  cinco dedos forcejearon y resbalaron en el pomo. 

domingo, 12 de mayo de 2013

El orden alfabético, Juan José Millás


"Cuando llegué a la puerta del colegio y comencé a coincidir con mis compañeros me quedé asombrado de la cantidad de narices diferentes que había en el mundo. Y todas eran distintas entre sí, igual que las orejas o los labios. Me di cuenta también de que la mayoría de las personas, al sonreír, enseñaban los dientes, y aunque había visto miles de dientes en mi vida me parecieron un instrumento nuevo, de enorme precisión, pues no sólo servían para cortar el pan y masticarlo, sino para gustar.

A mí me gustaba una chica de un curso superior al mío, Laura, que al reírse enseñaba también un poco las encías, como quien muestra sin darse cuenta un borde de la ropa interior. Precisamente estaba allí, riéndose junto a unas amigas, y yo me quedé cerca del grupo para vérselas. Era como estar delante de una chica que se desnuda sin que le parezca mal que la observes. Al contrario, creo que le gustaba, así que cada vez que Laura sonreía, a mí me parecía que se quitaba la ropa porque ya digo que me volvían loco sus encías. Entonces, de súbito, supe que la desnudaba para mí.

En el otro lado del calcetín, o de la existencia, nuestras miradas se habían cruzado muchas veces, pero llegaban al otro oscurecidas, como si tuvieran que atravesar una cortina de sombras bajo cuyo peso hubieran perdido su fuerza original. Entonces yo sonreí sin ningún motivo, sólo para que ella viera mis dientes, y comprendí que estábamos haciendo algo excitante, de lo que nadie se daba cuenta a pesar de que nos encontrábamos rodeados de gente."


sábado, 11 de mayo de 2013

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Entre diente y diente
hierve la tragedia.

Husmeas el pavor en el aire seco.

Ya puedes llorar
hasta que amanezca
y seguir…

Nunca te compadezcas del miedo,
porque es inmortal.

viernes, 10 de mayo de 2013

Esto es todo.

Hace varios años que no se mira a los ojos. Se despertaba intentando recordar el día anterior, y no sólo el día anterior...  A veces está, a veces no lo encuentra y sigue buscándolo. Se complica la vida más a menudo de lo que debería, como un adicto. Ya lo tiene, acaba de conseguirlo después de mucho tiempo 
                                                                                                                                             ¡Qué egoísta! 

Poco a poco se le va arrugando el gesto, va frunciendo los labios inconscientemente. Impotencia, rencor, desprecio, asco. No puede seguir viviendo con el odio embargándole los sueños. 
                                                                                                  
                                                                                                            Pero eso es todo, por el momento.

miércoles, 24 de abril de 2013

ASIMETRÍA


SUEÑO

 En estrellas y baobabs
mete la niña la frente
de castaños caracoles

Suenan con luces
los cascabeles

Recita al viento
mueve las flores
sobre la cuna
del horizonte


   VENTANA DE LUZ

 Huele a hierba verde, amarilla y grana,
con viento y ramas,  alegre armonía.
Crecen pestañas que rompen el día,
asoma la niña por la ventana.

El aire la besa, dulce mañana,
rozaba su cara y el pelo mecía.
Movió los brazos, gozó fantasía,
asoma la niña, en volar se afana.

Despliega ya el sol su vivo abanico,
gran máscara de ancha carcajada,
cerrados los ojos, la frente alzada.

Se oye una música de pluma y pico,
tocaron las flores sus dedos chicos;
sonrió la niña,  piel nacarada.


 PESADILLA

 Con qué soñaste
por qué llorabas
Silencios muertos
risas rasgadas
Cruzó la calle
bajó la cara
Cuatro puñales
cuatro miradas
Te hicieron nadie
te hicieron nada
Con qué soñaste
por qué llorabas


  VENTANA DE SOMBRAS

 La lluvia entona gris el cielo y canta,
monótono baile encima del techo,
cala tan fuerte que quiebra mi pecho,
azotes de un viento que nunca se achanta.

Mar de ceniza mi grito quebranta,
párpados tensos están al acecho.
Rehíce un nudo que ya había deshecho
y un trueno retumbó por mi garganta.

Frío que atraganta y aprisiona,
erizo de mi piel, cuerpo desnudo,
por qué tanto color se vuelve crudo.

Tormenta que destroza y aprisiona,
labios de plata, relámpago mudo.
Amarga noche que jamás perdona.


 ESPEJO

 Mira su rostro y no sabe quién es,
la risa esclava de la primavera;
echa raíces, se vuelven quimera,
quiere encontrar el lugar de sus pies.

Mira hacia el frente y mirando la ves,
ojos recuerdan la niña que era,
niña de luz que cayó prisionera,
se pierde en recuerdos, tiempo a través.

Le hieren el sueño dudas de plata,
presas del miedo sus cinco sentidos.
Muerde unos besos, sus manos desata,

cálido cuello, ojos sostenidos,
labios que buscan palpar sus latidos.
Siente en su pecho, mujer de hojalata.



sábado, 13 de abril de 2013

Poetas.


Cuando cae la luna,
 tú mueves el pelo,
mueves las caderas,
como ninguna.

 Cuando cae la noche
 yo me desespero,
 tengo que encontrarte
o me entran los dolores.

Cuando caen las horas,
piensas que es mi tiempo
el que se está muriendo
de este mal de amores,
piensas que en invierno
es cuando se marchitan
 los corazones.

Cuando venga el viento,
vienen los fantasmas
a tocarme las palmas
y a meterme miedo.

Cuando vengan dudas,
 pregúntale al aire
si soy un don nadie
por verte desnuda.

Y no me arrepiento,
que tanto sufrimiento
si te tengo cerca,
duele mucho menos,
porque en esta vida,
lo que tú me pidas,
te lo pide el cuerpo.

Cuando te diga,
que me he pasado toda la vida
buscando tu negro pelo
y tus dos blancas mejillas,
el aire que respiras,
el aliento que da la vida,
piensa que me estoy muriendo,
curándote las heridas.





"ESTOPA" y "POETAS" tienen las mismas letras… ¿Casualidad? No lo creo.


viernes, 12 de abril de 2013

Se rasga el aire


      Sus músculos, henchidos por el placer, también gemían, y a él le parecía que aquella sinfonía había nacido por y para amarle. Pero tiempo más tarde la cobardía sembró violetas donde antes resplandecieran cúmulos de amapola.



Roto el silencio
con golpes secos
se rasga el aire.

XXV, EMILY DICKINSON


"Para hacer una pradera
se necesita un árbol
un ensueño y una abeja.

Pero el sueño por sí solo
nos bastará
si es que nos falta la abeja."

Sombra


Los primeros pasos
del numerito veintitrés
patalean en mi memoria.

Ya desde entonces
andarías tras mis pies;
y me estaré preguntando,
donde los árboles altos,
si me vendrás a ver.

..




Viajero.

Pasajero.

Nada que no fuera

lo de dentro

de su piel.





martes, 9 de abril de 2013

POÉTICA

Aquella habitación amplia tenía dos ventanas. Si te situabas en la puerta, por la ventana de la izquierda se colaban mil rayos de sol que deslumbraban al instante. Sin embargo, en cuanto te girabas hacia la derecha, enseguida notabas cómo el suelo se iba llenando de agua, porque la ventana estaba abierta y fuera estaba lloviendo a mares, era el paisaje de una noche de tormenta, y algunas veces se colaba por aquellas rejas algún que otro relámpago. Las ventanas estaban situadas de forma que no podías mirarlas a la vez; en el momento en el que perdías de vista el sol y el paisaje claro y colorido, ya era de noche, y  encima estaba lloviendo.


Por el oído izquierdo, la melodía improvisada de unos pajarillos; por el de la derecha, el canto monótono de la lluvia. Y de frente, un espejo.

jueves, 4 de abril de 2013


Salió con frío en los dedos.
Anduvo sin cansarse
y observó.

Vio sobras al lado del hambre.
Hombres ahogándose en llanto;
relojes y perfumes caros.

Vio la vida someterse al dinero,
el lujo burlándose de la miseria,
la risa y la muerte en la misma acera.

Vio luz y mucha sombra,
y personas que miraban
Indiferentes.


martes, 26 de marzo de 2013

La vita è bella.






" — Ah... Se me olvidaba decirte que... 
— Dilo. 
— ... Que tengo unas ganas de hacerte el amor que no te puedes ni imaginar. Pero esto no se lo diré a nadie, sobre todo a ti. Deberían torturarme para obligarme a decirlo. 
— ¿A decir qué? 
— Que quiero hacer el amor contigo. No una vez sólo, sino cientos de veces. Pero a ti no te lo diré nunca, sólo si me volviera loco te diría que haría el amor contigo, aquí, delante de tu casa, toda la vida."