Soy
de donde roban a la gente, para obligarla a robar, para poder decir que ha
robado y hacer todo lo posible por arruinarle la vida.
Soy
de donde techos vacíos se derrumban porque no tienen familia, igual que una
madre se derrumba hacia el vacío desde un séptimo, porque su familia no tiene
techo.
Y
tengo que escuchar todas las Nochebuenas a esos que se pudren en oro porque dicen
que nos representan, diciendo que todos somos iguales ante la ley. Y no se les
cae la cara de vergüenza.
Y
a ella, que es el tesoro más libre que este lugar ha visto nunca, la tienen
secuestrada porque saben que si la alcanzamos nos hará libres. Y la están
obligando a hacer lo que no quiere: quieren que se prostituya por las esquinas
a un precio que solo ellos pueden permitirse. Os digo que no sé con qué
derecho, pero le han puesto precio porque quieren vernos otra vez de rodillas,
pidiéndole limosna a su caridad repugnante, o en una cuneta comiendo hierba.
Y
no quieren ni que la veamos, porque se llama Cultura pero significa Libertad. Y
eso los aterroriza.
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