Andando entre pies descalzos
vino a verme la luz del día.
En las mejillas la lumbre
de amapolas que florecían.
En medio de gigantes grises,
naranja rueda una canica,
y, al aire, la carcajada
cortó la hebra que mecía,
de mi viejo payaso inglés,
la duda que el niño tenía.
Cascabel en las entrañas,
brillaba de plata la herida,
andando entre zarzas negras
como buscando la salida.
Alzó la frente y vio la bruma:
frío y acero en la saliva.
Tragar o escupir con fuerza
dulcísimas aguas marinas.
Respirar sangre o desagüe,
da igual vendaval o brisa.
Aire que el pelo no mueve,
eterna juventud marchita;
con la arruga de su frente
nunca planchó su camisa.
A medias con Lorca (cinco letras entre la B y la Z)
No hay comentarios:
Publicar un comentario